Los accidentes y su impacto
Una vez leí que somos accidentes esperando suceder. Y desde ese momento, no he podido dejar de pensar que, efectivamente, cada uno en su caos, solo está esperando el momento de que alguien llegue y choque con él, como si de un accidente se tratase.
Todo el tiempo, desde que nacemos, somos seres sociales; crecemos, nos construimos y nos pensamos a través de los otros. Todo el tiempo estamos en contacto con individuos, todo el tiempo estamos haciendo amigos y relaciones de trabajo… Y entonces, todo el tiempo también estamos buscando alguien con quien compartir nuestra vida.
La verdad es que, justo en el momento en que llegaste no me encontraba en un tiempo de búsqueda, ni tampoco estaba esperando que alguien se presentara, pero apareciste. Y no apareciste solo con la intención de ser colegas o amigos. Apareciste como el accidente que, quizá, inconscientemente estaba esperando en mi vida.
Fuiste esa persona que chocó conmigo sin la intención de ayudarme a evitar el golpe, o a cubrirlo, si quiera. Fuiste quien chocó conmigo e hizo de mi vida, un gran accidente, de esos que dejan miles de muertes a su paso, de esos que llaman «terribles» en las noticias.
Chocamos. Sin previo aviso. Sin tener la oportunidad de evitarlo. ¿Y después? Sólo muerte, incertidumbre, confusión y miedo. Después, un camino que parecía no tener dirección ni final, y por lo tanto, un camino careciente de propósito. Sin más.
Si te soy sincera, transitar ese camino comenzó a ser cansado, comenzó a quitarme las energías, a querer intentarlo una vez más, a querer seguir corriendo detrás. Comenzaba a ser consciente de que, efectivamente, nunca iba a alcanzarte y que tú tampoco te encontrabas en la disposición de detenerte a esperar.
Entonces, ¿Ahora? Sólo soy una persona intentando recuperarse de un terrible accidente, me encuentro en rehabilitación esperando el momento indicado para salir y seguir con mi vida, con pequeños recuerdos de aquel suceso.
Si lo pongo en perspectiva, si lo veo desde afuera, quizá no fue tan caótico. Me enseñó que, efectivamente, los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento, que un accidente no avisa cuando está a punto de llegar, y que te arrastra, te revuelca y te hace rozar la muerte…
Pero no mueres, ¿Ves? Sigues viendo el sol salir por las mañanas, y a las estrellas salir por las noches. Sigues escuchando la música que amas y comiendo la pizza que te hace tan feliz. Sigues viendo tu película favorita una y otra vez mientras ríes en las escenas que siempre te han dado risa, nunca cansándote de ellas. Sigues luchando por convertirte en alguien mejor de lo que fuiste ayer. Y sigues, y sigues, y sigues…
Y entonces sabes, que, aunque momentáneamente duele. Aunque, de momento, crees no poder continuar, o piensas que las fuerzas ya no te alcanzan para seguir adelante, para levantarte una vez más, una última vez. Recuerdas que del caos originario surge la luz.
Que hubo un momento en el tiempo en que el universo se encontraba en un estado de confusión y desorden, pero que fue, precisamente ese momento lo que precedió a la organización del universo, y entonces, basta con mirar a tu alrededor y entender que, después de todo, no era tan malo como creías.
Si te soy sincera, me da un poco de miedo reintegrarme a mi estilo de vida, porque los accidentes si marcan un antes y un después en la existencia del ser humano individual.
Por eso, ahora sé que no quiero volver a vivir un accidente como ese. Pero también sé que no podré evitarlo toda la vida, que llegará el momento en el que deba enfrentar otro choque, pero ahora, gracias a este antecedente, podré manejar la situación de mejor forma y así entonces, no destruirme en el proceso.
De momento sé, que no puedo pasarme la vida evitando chocar con cualquier evento que resulte caótico y, mientras me recupero de este accidente, mientras trabajo en mejorar aquello que resultó dañado, sé, que si algún día vuelvo a experimentar otro accidente de esa magnitud, estaré bien…
Estaremos bien… Siempre encontramos la forma de estar bien.